25 de septiembre de 2012

Investigadores recrean colapso apícola con jarabe de maíz con pesticida

Jeremy Hance, mongabay.com
Traducción de Dario Correa
August 15, 2012


 Honeybees in an apiary in Germany. Photo by: Björn Appel.
Abejas en un apiario en Alemania. Foto por: Björn Appel. 

Científicos de la escuela de salud pública de Harvard (HSPH) han recreado el misterioso desorden del colapso de las colonias de abejas en muchos panales simplemente dándole pequeñas dosis de un pesticida popular, imidacloprid. Las poblaciones de abejas han estado muriendo misteriosamente a través de Norteamérica y Europa desde 2006, pero la causa tras la reducción poblacional, conocida como el “desorden del colapso de las colonias”, ha eludido a los científicos. Sin embargo, inmediatamente después de dos estudios publicados la semana pasada en Science en los que vinculan las reducciones de poblaciones de abejas a pesticidas nonicotinoideos, uno de los cuales es imidacloprid, se ha publicado un nuevo estudio que adiciona más evidencia según la cual la principal causa del “desorden del colapso de las colonias” no son enfermedades ni parásitos, sino pesticidas que empezaron a usarse ampliamente en la década de 1990. 

Investigaciones previas han mostrado que los pesticidas neoniconinoideos, que se enfocan en el sistema nervioso central de los insectos, no matan instantáneamente a las abejas. Sin embargo, para robar el efecto aún en pequeñas dosis de estos pesticidas en abejas occidentales (Apis mellifera), investigadores de Harvard trataron 16 panales con diferentes niveles de imidacloprid, dejando cuatro panales sin tratar. Después de 12 semanas, las abejas en los 20 panales – con y sin tratamiento – estaban vivas, aunque aquellas tratadas con las dosis más altas de imidacloprid parecían más débiles. Pero para la semana 23 todo había cambiado: 15 de los 16 panales (94%) tratados con imidacloprid sufrieron cuadros clásicos de “desorden del colapso de las colonias”: los panales están vacíos, con solo unas abejas jóvenes como sobrevivientes. Los adultos habían simplemente desaparecido. Los panales que recibieron las dosis más altas de imidacloprid colapsaron primero. Mientras tanto, los cuatro panales que no recibieron el tratamiento se encontraban sanos. 
“No hay lugar a dudas acerca de que los neonicotinoideos ponen una enorme presión en la supervivencia de las abejas mieleras”, le dijo a mongabay.com el autor Chenseng (Alex) Lu, un profesor asociado de la HSPH. “Es clara la evidencia de que el imidacloprid es el probable culpable del desorden del colapso de las colonias, a través de un muy singular mecanismo que no ha sido estudiado, o reportado aún”. 
¿El mecanismo? Jarabe de maíz alto en fructosa. Muchos apicultores han pasado a usar jarabe de maíz alto en fructosa para alimentar sus abejas, lo que los investigadores dicen que no las puso en peligro hasta que el maíz de los Estados Unidos empezó a ser rociado con imidacloprid en 2004-2005. Un año después del primer brote del desorden del colapso de las colonias. 
De acuerdo a Lu, no se necesita mucho para eventualmente matar las abejas, él dijo que una porción increíblemente pequeña (20 partes por mil millones) de imidacloprid era suficiente para llevar al desorden del colapso de las colonias en menos de 6 meses. 
Más evidencia 
La investigación de Lu sigue dos reportes ampliamente difundidos la semana pasada, que también vinculan el desorden del colapso de las colonias con los pesiticidas neonicotinoideos. 
Un equibo británico expuso abejorros de cola pulida (Bombus terrestres) a pequeñas dosis de imidacloprid y los dejó en escenarios naturales controlados, donde podían alimentarse libremente. Después de seis semanas (un tiempo mucho más corto que el del estudio de Lu), el equipo pesó los nidos y los comparó con colonias de control que no habían sido expuestas. Las colonias tratadas fueron en promedio 8 a 12% más pequeñas que las colonias que no habían sido expuestas, lo que implica que los abejorros expuestos no estaban recolectando tanto alimento. Sin embargo, y aún más alarmante, fue el caso de las reinas perdidas. Las colonias expuestas al pesticida produjeron 85% menos reinas: un total de solo alrededor de 1 a 2 reinas por panal. Las reinas son las abejas más importantes en una colonia, ya que ellas fundan las nuevas colonias después del invierno, cuando todas las demás abejas perecen. 
Un segundo estudio, este llevado a cabo en Francia, muestra directamente como los pesticidas neonicotinoideos pueden estar afectando a las abejas, llevando eventualmente al colapso de las colonias. Los investigadores pegaron diminutos microchips a abejas mieleras occidentales para rastrear sus movimientos. Posteriormente administraron pequeñas dosis de otro pesticida neonicotinoideo llamado Thiamethoxam, a una porción de las abejas. En las abejas expuestas fue dos a tres veces más frecuente que no regresaran después de las excursiones de alimentación, en comparación con las abejas no expuestas. 
Sus hallazgos implican que los pesticidas neonicotinoideos debilitan la habilidad de las abejas ara regresar a sus nidos (comportamiento de “homing”), por lo que en lugar de regresar al panal, las abejas se pierden y mueren. Esto explicaría porque los panales que han sufrido del desorden de colapso de la colonia se encuentran casi vacíos de abejas obreras: teóricamente el pesticida afecta su capacidad de encontrar el camino a casa. 
Ha tomado un largo camino lograr entender el vínculo entre el desorden del colapso de las colonias y los pesticidas neonicotinoideos, porque los científicos estaban buscando un asesino instantáneo, y no algo que causara muertes lentamente en el transcurso de varios meses, afirma Lu. Adicionalmente él afirma que los científicos ignoraron “el hecho de que la progresión en el uso de los neonicotinoideos coincide con la de la disminución de las poblaciones de abejas. 
Lu sostiene que los tomadores de decisiones políticas “necesitan examinar el efecto de dosis subletales de pesticidas a través del ciclo de modelo de prueba (en este caso, abejas mieleras)”. Además, anota que los hallazgos dependientes de las pruebas de LD50 (la dosis letal que genera la muerte del 50% de los especímenes de la prueba) “no es relevante para las pruebas modernas de toxicidad química”. En otras palabras, los reguladores deben empezar a probar los impactos de largo plazo de los químicos en el ambiente, y no simplemente enfocarse en si generan, o no, la muerte instantánea de los sujetos de prueba. 
Las abejas juegan papeles vitales como polinizadores en una amplia variedad de ecosistemas. Ellas proveen beneficios económicos masivos a la sociedad humana, a través de la producción de miel, y más importante aún, a través de la polinización de una gran variedad de cultivos de frutas, vegetales, nueces y flores. El valor económico de las abejas solamente en los Estados Unidos ha sido estimado en 8 a 12 miles de millones de dólares. 
REFERENCIAS: 

Chensheng Lu, Kenneth M. Warchol, Richard A. Callahan. In situ replication of honey bee colony collapse disorder. Bulletin of Insectology. 2012. 

M. Henry; O. Rollin; J. Aptel; S. Tchamitchian; M. Beguin; F. Requier; O. Rollin; A. Decourtye. A Common Pesticide Decreases Foraging Success and Survival in Honey Bees. Science. 2012. 

P.R. Whitehorn; S. O’Connor; D. Goulson; F.L. Wackers. Neonicotinoid Pesticide Reduces Bumble Bee Colony Growth and Queen Production. Science. 2012. 

Fuente:  http://es.mongabay.com/news/2012/es0405-hance_colonycollapse_pesticides.html 

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