Estela Santos, Ciro Invernizzi, Máximo Vera, Yamandú Mendoza.
Los ambientes naturales han sido sustituidos en un 41.7 % por la forestación y diversos cultivos, destacándose la soja. Esta última ha desplazado cultivos tradicionales de girasol, sorgo, trigo y especies forrajeras (lotus, trébol rojo, trébol blanco, alfalfa). Durante el período de 2008 – 2009 se sembraron 600.000 has de soja, siendo la región litoral oeste del país el área más afectada. Esto ha tenido connotaciones en la apicultura de ésta parte del país, dado que apiarios enteros han tenido que desplazarse a otros sitios, en busca de especies vegetales más redituables para las abejas. Por otro lado, la producción forestal ocupa actualmente 675.000 has de eucaliptos, 275.000 has de pinos y 7.700 has de otras especies. Los árboles del género Eucalyptus son muy importantes para la apicultura debido a su enorme valor como fuentes de néctar y polen. En Uruguay muchas de las mieles producidas tienen a los eucaliptos entre sus orígenes botánicos. En la actualidad muchos apicultores trasladan sus colmenas al Eucalyptus grandis al final del verano y en otoño obtienen importantes cosechas de miel. Sin embargo, cuando finaliza la floración las colonias se encuentran muy debilitadas, sobreviniendo una elevada mortalidad. Problemas nutricionales y sanitarios podrían explicar el debilitamiento de las colonias. Para averiguar las causas del debilitamiento se ha realizado una investigación, llevando colonias de igual tamaño a una forestación de E. grandis, separadas en tres grupos diferenciados por la disponibilidad de polen. A lo largo del periodo de floración se registró: el origen botánico y el contenido de proteína cruda del polen que ingresaba en las colmenas, la proteína corporal de las abejas, la infestación por el hongo microsporidio Nosema ceranae y el ácaro parásitoVarroa destructor, el área de cría y la producción de miel. Los resultados más importantes hallados fueron: i) la sostenida disminución de la diversidad botánica del polen a medida que transcurría el periodo de floración de E. grandis hasta quedar únicamente el polen de esta especie; ii) el polen de E. grandis presentó valores de proteína cruda cercanos al 30%, pero fue disminuyendo paulatinamente hasta alcanzar un valor inferior a 20% al final de la floración; iii) las colonias que contaban inicialmente con reservas de polen presentaron abejas con mayor proteína corporal pocos días después de llegar a la forestación y menor infestación de N. ceranae durante la mayor parte del periodo de floración; iv) la disponibilidad de polen no incidió en la infestación de V. destructor, el área de cría y la producción de miel. Al final de la floración del eucalipto las colonias presentaron promedialmente más del 90% de las abejas pecoreadoras infectadas con N. ceranae y 12% de las abejas nodrizas infectadas con V. destructor. Ambos patógenos, especialmente N. ceranae, podrían explicar el debilitamiento de las colonias. Se propone que el aporte artificial de polen de diverso origen botánico a las colonias ayudaría a reducir la incidencia de N. ceranae en las forestaciones de E. grandis.
Con respecto a los cultivos de soja, estudios recientes realizados por INIA para analizar la complementariedad productiva soja-apicultura han dado a conocer algunos aspectos interesantes de este sistema. Se conoce que la soja posee un sistema de reproducción mediante el cual puede auto-polinizarse (autogamia), pero se ha visto en este estudio que la presencia de insectos polinizadores en el ambiente mejora la producción de semillas en al menos un 13%, ya sea porque favorecen la presencia de polinización cruzada o porque aumenta la probabilidad de que el polen de una flor haga contacto con la estructura femenina de la misma . También se observó que la abeja utiliza a la soja como recurso alimenticio, tanto de néctar como de polen. Si bien el estudio se realizó sobre una variedad de soja de flor rosada (se plantan decenas de variedades en Uruguay) se piensa que esta situación se repite en otras variedades. Este resultado se obtuvo mediante el estudio palinológico del polen capturado en trampas cazapolen de piquera y de la miel de las colmenas que fueron emplazadas previo al estudio en la plantación (Fig 4).
Para conocer el valor nutritivo del polen de soja se determinó el contenido de proteína cruda obteniéndose un valor de 28%, que se considera suficiente para una buena alimentación de las abejas. La variedad estudiada además aportó miel a las colmenas en estudio. Las abejas colectaron también néctar y polen de trébol rojo de un recurso localizado a no menos de 6 km de distancia del apiario. Esto habla de la necesidad de las abejas de utilizar recursos alimenticios variados, aún a costa de sufrir un desgaste físico importante para no quedarse con una dieta monofloral para las crías. Es imprescindible poder coordinar acciones de no uso de agro tóxicos durante el periodo de floración, por parte de los productores de soja, para que este período pueda ser aprovechado por los apicultores. En este sentido diversas investigaciones se continuan desarrollando para estudiar la factibilidad del sistema soja-apicultura.
Actualmente se observa un descenso en la población de abejas. Esto es percibido por los agricultores que necesitan de ellas para polinizar sus cultivos y asegurar la producción de frutos y es visualizado también por los propios apicultores que presentan una mortandad anual de entre 15 y 40 % del total de colonias. La mortandad se debe fundamentalmente a problemas sanitarios y a envenenamientos con agrotóxicos. La Varroasis y en segundo lugar la Nosemosis provocan un gran despoblamiento en las colonias pudiendo llegar hasta la muerte de las mismas si no son tratadas contra estas afecciones. La Varroasis afecta fundamentalmente a la cría de las abejas provocando que nazcan abejas debilitadas y/o deformes. En cambio, la Nosemosis afecta en gran medida a las pecoreadoras, provocando la muerte paulatina de los individuos que colectan los alimentos. A diferencia de estas afecciones, la intoxicación deviene en muerte masiva de las adultas pecoreadoras y muchas nodrizas, que quedan acumuladas frente a la piquera de la colmena. En caso de quedar los materiales de la colmena contaminados con tóxicos, se seguirá viendo abejas que mueren progresivamente al no poder evitar el contacto con los mismos. La falta de alimento también afecta el normal funcionamiento de las colonias. Si la zona alrededor del apiario no posee una variada oferta floral, suficiente para el mantenimiento de la colonia, se producirá un debilitamiento de las abejas, disminución de postura de la reina, y hasta puede devenir en la visualización de comportamientos atípicos en las abejas como lo es la colecta de “falso polen” (ración de ganado, harinas, aserrín, etc.).
La desaparición de las abejas sería desastrosa para la supervivencia de muchas especies vegetales y animales incluyendo el hombre. Las abejas antes de ser valoradas por producir miel deberían ser valoradas por el importante rol de polinizadores que tienen en los ecosistemas. Hay que tomar en cuenta que en Uruguay, no solo tenemos las abejas de la miel que son cuidadas por el hombre, sino que se encuentran en la naturaleza con más de 50 especies de abejas nativas. Todas ellas cumplen, en su colecta diaria de recursos alimenticios, con la polinización de las plantas, acarreando polen de un lado para el otro, asegurando la fecundación y posterior formación de frutos y semillas. Más de un tercio de los alimentos que el hombre consume existen gracias a la presencia de abejas en el entorno. Muchas medicinas y fibras que provienen de las plantas, se perderían para siempre si no hay quien polinice sus flores y mantengan las generaciones por medio de semillas. Así, un número importante de animales morirían desprovistos de alimento y refugio, al extinguirse los vegetales claves que no podrán mantener generaciones por medio de semillas.