INSECTOS EN GIRASOL
Polinizadores - Fitófagos - Entomófagos
D. Vitti, C. Salto, M. A. Sosa, S. Luiselli.
El cultivo de girasol se realiza en Argentina desde mediados del siglo XIX, a partir de semillas traídas por inmigrantes de Europa Oriental. En principio el consumo era familiar y de las pequeñas comunidades del interior, por ello la superficie sembrada y cosechada se mantuvo en cantidades relativamente pequeñas. En la década del 30 se generalizó la producción, haciéndose extensiva, lo que llevó a la Argentina desde entonces a los primeros lugares en el mundo como país productor de esta oleaginosa. La superficie dedicada al cultivo registró fuertes oscilaciones, debido a diversos factores como competencia con otros, específicamente soja en los últimos años, variaciones climáticas, oportunidades de rotaciones, posibles precios de venta.
Si se consideran los últimos años, desde el ciclo 1997-1998 hasta el ciclo 1999-2000 la superficie sembrada se mantuvo por arriba
de las 3.500.000 hectáreas, con una producción que llegó en el ciclo 1999-2000 a las 7.125.000 tn. Con el inicio del presente siglo, la superficie sembrada decreció para estabilizarse en aproximadamente dos millones de hectáreas, lo que se revirtió en las últimas campañas agrícolas, llegando en 2007-2008 a 2.660.000 ha. La producción en general siguió esta tendencia, en el ciclo 2006-2007 se cosecharon unas 3.630.000 tn, estimándose para el último ciclo una producción de más de 4.000.000 tn. En el Gráfico 1 se observan las tendencias descriptas.
La importancia del cultivo, que se desarrolla en diferentes regiones agroecológicas desde Chaco - Formosa hasta el sur de Buenos Aires y La Pampa, se debe a su uso como fuente de aceite comestible. La relación mutualista de los insectos polinizadores con el cultivo, que se produce durante el estado de floración, contribuye a aumentar los rendimientos a la vez que aporta el polen y néctar para la alimentación de los insectos. De allí su importancia para la apicultura comercial, ya que es notoria la presencia de Apis mellifera (Hymenoptera: Apidae) en cultivos florecidos de girasol en las diferentes regiones productivas del país.
La presencia de insectos fitófagos puede producir daños de importancia en el cultivo, llegándose en algunos casos a la necesidad de recurrir a medidas de control basadas en el empleo de activos químicos. De acuerdo al insecto que ataque, éstos pueden ser aplicados desde la siembra hasta la etapa final del cultivo, abarcando la plena floración. Es en dicha etapa cuando se presentan conflictos si se aplican insecticidas, ya que si bien es necesario controlar los insectos para que no causen daño económico, por otro lado se pueden reducir drásticamente las poblacionesde polinizadores, cuya muerte causaría mermas de rendimiento en los cultivos y perjuicios a las explotaciones apícolas comerciales. A ello se agregan daños colaterales a la entomofauna en general, por los efectos en cascada que acarrea, como falta de polinización en otras especies vegetales, reducción en la presencia de insectos benéficos, etc. Algunos insecticidas autorizados por SENASA para su aplicación en girasol pueden resultar muy tóxicos para las abejas.....
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